Jesús de Nazaret

Como figura histórica (según wikipedia).
Anexo: Las 10 parábolas más conocidas de la Biblia


Índice

Nota preliminar

1. Datos básicos sobre Jesús de Nazaret

2. Jesús en el Nuevo Testamento

3. Nacimiento e infancia

4. Bautismo y tentaciones

5. Vida pública

6. Milagros relatados en los evangelios

7. Transfiguración

8. Pasión

9. Unción en Betania y Última Cena

10. Arresto

11. Juicio

12. Crucifixión

13. Sepultura

14. Resurrección y ascensión

15. Profecías en el Antiguo Testamento concernientes a Jesús

16. Jesús según la investigación histórica

17. ANEXO: Las 10 parábolas más conocidas de la Biblia


Nota preliminar

Para más información sobre Jesús desde el punto de vista cristiano, véase Cristo.

1. Datos básicos sobre Jesús de Nazaret

Aunque no existen retratos de Jesús ni indicaciones acerca de su aspecto físico, son muy frecuentes sus representaciones en el arte.

Nombre nativo: Išo (arameo) Yehošuaʕ, o Yešuaʕ (hebreo antiguo)

Nacimiento: en Belén, aprox. 5 antes de Cristo

Fallecimiento: aprox. 28 después de Cristo.

Calvario: Jerusalén

Causa de muerte: Crucifixión, ordenada por el prefecto romano de Judea

Etnia: Judía

Padres: María y José

Ocupación: Obrero, artesano o carpintero

Información religiosa:

Festividad Entre otras celebraciones cristianas:

• Navidad

• Bautismo de Jesús

• Semana Santa

• Pascua de Resurrección

• Ascensión de Jesús

Además, su resurrección se celebra todos los domingos.

2. Jesús en el Nuevo Testamento

Lo que figura a continuación es un relato de la vida de Jesús tal y como aparece en los cuatro evangelios incluidos en el Nuevo Testamento, considerados libros sagrados por todas las confesiones cristianas. El relato evangélico es la fuente principal para el conocimiento de Jesús, y constituye la base de las interpretaciones que de su figura hacen las diferentes ramas del cristianismo. Aunque puede contener elementos históricos, expresa fundamentalmente la fe de las comunidades cristianas en la época en que estos textos fueron escritos, y la visión que por entonces tenían de Jesús de Nazaret.

3. Nacimiento e infancia

Los relatos referentes al nacimiento e infancia de Jesús proceden exclusivamente del Evangelio de Mateo y del de Lucas No hay relatos de este tipo en los Evangelios de Marcos y Juan. Las narraciones de Mateo y Lucas difieren entre sí:

( Mateo (1,18-2,23) Lucas (1,5-2,5)

• El Evangelio de Mateo no relata ningún viaje previo al nacimiento de Jesús, por lo que se podría suponer que María y su esposo José vivían en Belén​ María quedó inesperadamente embarazada y José pensó en repudiarla, pero un ángel le anunció en sueños que el embarazo de María era obra del Espíritu Santo y profetizó, con palabras del profeta Isaías,16​ que su hijo será el Mesías que esperan los judíos​ Unos magos de Oriente en esas fechas llegaron a Jerusalén preguntando por el «rey de los judíos que acaba de nacer» con la intención de adorarlo, lo que alerta al rey de Judea, Herodes el Grande, que decide acabar con el posible rival. Los magos, guiados por una estrella, llegan a Belén y adoran al niño. De nuevo, el ángel visitó a José y le advirtió de la inminente persecución de Herodes, por lo que la familia huye a Egipto, permaneciendo allí hasta la muerte del monarca (de nuevo notificada a José por el ángel, que se le presentó así por tercera vez: Entonces, José retornó y se instaló con su familia en Nazaret, en Galilea​

( (Mateo 2,13) Mateo 2,19-29)​)

• En el Evangelio de Lucas, se relata que María y José viven en la ciudad galilea de Nazaret. La historia de la concepción de Jesús se entrelaza aquí con la de Juan el Bautista ―ya que en este evangelio María e Isabel, madre del Bautista, son parientes― y el nacimiento de Jesús es notificado a María por el ángel Gabriel (lo que se conoce como Anunciación: El emperador Augusto entonces ordena un censo en el cual cada uno debe empadronarse en su lugar de nacimiento, y José debe viajar a Belén, por ser originario de este lugar. Jesús nace en Belén mientras se encuentran de viaje y es adorado por pastores. Lucas añade además breves relatos sobre la circuncisión de Jesús, sobre su presentación en el Templo, y su encuentro con los doctores en el Templo de Jerusalén, en un viaje realizado con motivo de la Pascua, cuando contaba doce años.​

( Lc 1,26-38)​ )

En los Evangelios de Mateo y de Lucas aparece la genealogía de JesúsLa de Mateo se remonta al patriarca Abraham, y la de Lucas a Adán, el primer hombre según el Génesis. Estas dos genealogías son idénticas entre Abraham y David, pero difieren a partir de este último, ya que la de Mateo hace a Jesús descendiente de Salomón, mientras que, según Lucas, su linaje procedería de Natam, otro de los hijos de David. En ambos casos, lo que se muestra es la ascendencia de José, a pesar de que, según la Biblia, este solo habría sido el padre adoptivo de Jesús.

( (Mateo 1, 2-16; Lucas 3, 23-38)​ )

Su nombre de nacimiento en hebreo era Yēšūa (ישוע) y significa "Yahveh es salvación". Dicho nombre era muy común, por lo que encontramos a varios personajes de la Biblia, entre ellos al sumo sacerdote Josué (Yehōšūa = יְהוֹשׁוּעַ), quien se convirtió en un personaje simbólico después de su muerte. Este nombre llegó al español desde el arameo Yēšū’a, a través del griego Ἰησοῦς y del latín Iesus, por lo tanto, Josué es una adaptación hebreo-aramea, mientras Jesús es una helenización. En Galilea Jesús era conocido como Yēšūa ben Yoséf (Josué/Jesús hijo de José).

4. Bautismo y tentaciones

La llegada de Jesús fue profetizada por Juan el Bautista (su primo, según el Evangelio de Lucas), por quien Jesús fue bautizado en el río Jordán​ Durante el bautismo, el Espíritu Santo, en forma de paloma, descendió sobre Jesús, y se escuchó la voz de Dios​

Según los evangelios sinópticos, el Espíritu condujo a Jesús al desierto, donde ayunó durante cuarenta días y superó las tentaciones a las que fue sometido por el Demonio​ No se menciona este episodio en el Evangelio de Juan. Después Jesús marchó a Galilea, se estableció en Cafarnaún, y comenzó a predicar la llegada del Reino de Dios​

5. Vida pública

Acompañado por sus seguidores, Jesús recorrió las regiones de Galilea y Judea predicando el evangelio y realizando numerosos milagros. El orden de los hechos y dichos de Jesús varía según los diferentes relatos evangélicos. Tampoco se indica cuánto tiempo duró la vida pública de Jesús, aunque el Evangelio de Juan menciona que Jesús celebró la fiesta anual de la Pascua judía (Pésaj) en Jerusalén en tres ocasiones. En cambio los evangelios sinópticos mencionan solo la fiesta de Pascua en la que Jesús fue crucificado.

Gran parte de los hechos de la vida pública de Jesús narrados en los evangelios, tienen como escenario la zona septentrional de Galilea, en las cercanías del mar de Tiberíades, o lago de Genesaret, especialmente la ciudad de Cafarnaúm, pero también otras, como Corozaín o Betsaida​ También visitó, en el sur de la región, localidades como Caná o Naín, y la aldea en la que se había criado, Nazaret, donde fue recibido con hostilidad por sus antiguos convecinos​ Su predicación se extendió también a Judea (según el Evangelio de Juan, visitó Jerusalén en tres ocasiones desde el comienzo de su vida pública), y estuvo en Jericó31​ y Betania (donde resucitó a Lázaro)​

Escogió a sus principales seguidores (llamados en los evangelios «apóstoles»; en griego, ‘enviados’), en número de doce, de entre el pueblo de Galilea. En los sinópticos se menciona la lista siguiente: Simón, llamado Pedro y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo; Simón el Zelote y Judas Iscariote, el que posteriormente traicionaría a Jesús Algunos de ellos eran pescadores, como las dos parejas de hermanos formadas respectivamente por Pedro y Andrés, y Juan y Santiago​ Mateo se identifica generalmente con Leví el de Alfeo, un publicano de quien en los tres sinópticos se relata brevemente cómo fue llamado por Jesús lo que acarreó a Jesús numerosos reproches de los fariseos.

( Mateo 10,2-4; Marcos 3,16-19; Lucas 6, 13-16, Mateo 9,9; Marcos 2,14; Lucas 5,27-28)

El Evangelio de Juan solo menciona los nombres de nueve de los apóstoles, aunque en varios pasajes hace referencia a que eran doce​

Predicó tanto en sinagogas como al aire libre, y las muchedumbres se congregaban para escuchar sus palabras. Entre sus discursos, destaca el llamado Sermón de la Montaña, en el Evangelio de Mateo. Utilizó a menudo parábolas para explicar a sus seguidores el Reino de Dios. Las parábolas de Jesús son breves relatos cuyo contenido es enigmático (a menudo han de ser después explicadas por Jesús). Tienen en general un contenido escatológico y aparecen exclusivamente en los evangelios sinópticos. Entre las más conocidas están la parábola del sembrador, cuyo significado explica Jesús a continuación; la de la semilla que crece; la del grano de mostaza, la del trigo y la cizaña , la de la oveja perdida y la de la moneda perdida , la del siervo despiadado, la de los obreros enviados a la viña, la de los dos hijos , la de los viñadores homicidas; la de los invitados a la boda , la de las diez vírgenes , la de los talentos ), la del juicio final. Dos de las más conocidas aparecen solo en el Evangelio de Lucas: se trata de la parábola del buen samaritano y la del hijo pródigo. En las parábolas, utiliza Jesús frecuentemente imágenes relacionadas con la vida campesina.

( (Mateo 5-7) (Mateo 13,3-9; Marcos 4,3-9; Lucas 8,5-8) (Marcos 4,26-29) (Mateo 13,31-32; Marcos 4,30-32)(Mateo 13,24-30)(Mateo 18,12-14; Lucas 15,3-7)(Lucas 15,8-10) (Mateo 18, 23-35) (Mateo 20,1-16)(Mateo 21,28-32)(Mateo 21,33-42; Marcos 12,1-11; Lucas 20,9-18)(Mateo 22, 1-14)(Mateo 25,1-13)(Mateo 25,14-30; Lucas 19,12-27(Mateo 25,31-46)(Lucas 10,30-37) (Lucas 15,11-32))

Mantuvo controversias con miembros de algunos de los más importantes grupos religiosos del judaísmo, y muy especialmente con los fariseos, a quienes acusó de hipocresía y de no cuidar lo más importante de la Torá: la justicia, la compasión y la lealtad.

((Mateo 12, 38-40; Lucas 20, 45-47))

La autenticidad de su mensaje radicaba en la insistencia en el amor a los enemigos así como en su relación estrechísima con Dios, a quien llamaba en arameo con la expresión familiar Abba (Padre) que ni Marcos ni Pablo traducen. Se trata de un dios cercano que busca a los marginados, a los oprimidos y a los pecadores para ofrecerles su misericordia. La oración del Padre nuestro , que recomendó utilizar a sus seguidores, es clara expresión de esta relación de cercanía con Dios antes mencionada.

((Mateo 5,38-48; Lucas 6, 27-36)(Marcos 14,36)(Romanos 8, 15; Gálatas 4, 6)(Lucas 4, 18)(Lucas 15)(Mateo 6,9-13: Lucas 11,1-4))

6. Milagros relatados en los evangelios

Según los evangelios, durante su ministerio Jesús realizó varios milagros. En total, en los cuatro evangelios canónicos se narran veintisiete milagros, de los cuales catorce son curaciones de distintas enfermedades, cinco exorcismos, tres resurrecciones, dos prodigios de tipo natural y tres signos extraordinarios.

Los evangelios narran las siguientes curaciones milagrosas obradas por Jesús:

• Sanó la fiebre de la suegra de Pedro, en su casa en Cafarnaúm, tomándola de la mano;

( (Marcos 1,29-31; Mateo 5,14-15; Lucas 4,38-39))

• Sanó a un leproso galileo mediante la palabra y el contacto de su mano;

( (Marcos 1,40-45; Mateo 8,1-4; Lucas 5,12-16))

• Sanó a un paralítico en Cafarnaúm que le fue presentado en una camilla y al que había perdonado sus pecados, ordenándole que se levantara y se fuera a su casa;

((Marcos 2, 1-12; Mateo 9,1-8; Lucas 5,17-26))

• Sanó a un hombre con la mano seca en sábado en una sinagoga, mediante la palabra

((Marcos 3,1-6; Mateo 12,9-14;Lucas 6,6-11);)

• Sanó a una mujer que padecía flujo de sangre, que sanó al tocar el vestido de Jesús

((Marcos 5,25-34; Mateo 9,18-26; Lucas 8,40-56);)

• Sanó a un sordomudo en la Decápolis metiéndole los dedos en los oídos, escupiendo, tocándole la lengua y diciendo: «Effatá», que significaría ‘ábrete’;

((Marcos 7,31-37))

• Sanó a un ciego en Betsaida poniéndole saliva en los ojos e imponiéndole las manos;

((Marcos 8,22-26))

• Sanó a Bartimeo, el ciego de Jericó;

((Mateo 20,29-34; Marcos 10,46-52; Lucas 18,35-45))

• Sanó a distancia al criado del centurión de Cafarnaúm;​

((Mateo 8,5-13, Lucas 7,1-10, Jn 4,43-54; Juan 4,43-54))

• Sanó a una mujer que estaba encorvada y no podía enderezarse, mediante la palabra y la imposición de manos. Esta curación tuvo lugar también en sábado y en una sinagoga;

((Lucas 13,10-17))

• Sanó a un hidrópico en sábado, en casa de uno de los principales fariseos.

((Lucas 14, 1-6))

• Sanó a diez leprosos, que encontró de camino a Jerusalén, mediante la palabra.

((Lucas 17,11-19))

• Sanó a un hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo, en Jerusalén, en sábado.

((Juan 5,1-9))

• Sanó a un ciego de nacimiento untándolo con lodo y saliva, tras lo cual le ordenó lavarse en la piscina de Siloé.

((Juan 9,1-12))

• Sanó la oreja de un siervo del sumo sacerdote

((Lucas 22,51))

En los evangelios canónicos aparecen cinco relatos de expulsiones de espíritus impuros (exorcismos) realizados por Jesús:

• Expulsó a un demonio en la sinagoga de Cafarnaúm;

( (Marcos 1,21-28; Lucas 4,31-37))

• Expulsó a otro en la región de Gerasa;

((Mateo 8,28-34; Marcos 5,1-21; Lucas 8,26-39))

• Expulsó a otro que poseía a la hija de una mujer sirofenicia;

((Mateo 15,21-28; Marcos 7,24-30))

• Expulsó a otro que atormentaba a un epiléptico);

( (Mateo 17,20-24; Marcos 9,14-27; Lucas 9,37-43)

• Expulsó a un «demonio mudo».

((Lucas 11,14; Mateo 12,22))

Además, hay varios pasajes que hacen referencia de modo genérico a exorcismos de Jesús

((Marcos 1,32-34;Marcos 3,10-12).)

Según los evangelios, Jesús obró tres resurrecciones:

• Resucitó a una niña de doce años, la hija de Jairo. Jesús afirmó que la niña no estaba muerta, sino solo dormida.

( (Marcos 5,21-24, Mateo 9,18-26, Lucas 8,40-56)(Mateo 9,24; Marcos 5,39; Lucas 8,52))

• Resucitó al hijo de la viuda de Naín

((Lucas 7,11-17).)

• Resucitó a Lázaro de Betania

((Juan 11,1-44).)

Jesús obró también, según los evangelios, dos prodigios de tipo natural, en los que se pone de manifiesto la obediencia de las fuerzas naturales (el mar y el viento) a su autoridad.

• Jesús ordenó a la tempestad que se calme y esta obedece

((Mateo 8,23-27; Marcos 4,35-41; Lucas 8,22-25).)

• Jesús caminó sobre las aguas

((Mateo 14,22-33; Marcos 6,45-52; Juan 6,16-21).)

Tres signos extraordinarios, que tienen un sentido acusadamente simbólico:

• Multiplicación de los panes y los peces. Es el único de todos los milagros de Jesús que es registrado por todos los evangelios, ocurre en dos ocasiones según el Evangelio de Marcos y el Evangelio de Mateo;

((Marcos 6,32-44; Mateo 14,13-21; Lucas 9,10-17; Juan 6,1-13)Marcos (8,1-10)Mateo (15,32-39. )

• la pesca milagrosa

((Lucas 5,1-11; Juan 21,1-19);)

• la conversión del agua en vino en las bodas de Caná

((Juan 2,1-11).)

En esos tiempos, los escribas, fariseos y otros, atribuyeron a una confabulación con Belcebú este poder de expulsar a los demonios. Jesús se defendió enérgicamente de estas acusaciones​ Según los relatos evangélicos, Jesús no solo tenía el poder de expulsar demonios, sino que transmitió ese poder a sus seguidores​ Incluso se menciona el caso de un hombre que, sin ser seguidor de Jesús, expulsaba con éxito demonios en su nombre​

7. Transfiguración

Los evangelios sinópticos40​ relatan que Jesús subió a un monte a orar con algunos de los apóstoles, y mientras oraba se transformó el aspecto de su rostro, y su vestido se volvió blanco y resplandeciente. Aparecieron junto a él Moisés y Elías. Los apóstoles dormían mientras tanto, pero al despertar vieron a Jesús junto a Moisés y Elías. Pedro sugirió que hicieran tres tiendas: para Jesús, Moisés y Elías. Entonces apareció una nube y se oyó una voz celestial, que dijo: «Este es mi Hijo elegido, escuchadle». Los discípulos no contaron lo que habían visto.

8. Pasión

Según los cuatro evangelios, Jesús fue con sus seguidores a Jerusalén para celebrar allí la fiesta de Pascua. Entró a lomos de un asno, para que se cumplieran las palabras del profeta Zacarías (Zc 9, 9: «He aquí que tu rey viene a ti, manso y montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de una bestia de carga»). Fue recibido por una multitud, que lo aclamó como «hijo de David» (en cambio según el Evangelio de Lucas fue aclamado solamente por sus discípulos)​ En el Evangelio de Lucas y en el de Juan, Jesús es aclamado como rey.

Según los evangelios sinópticos, a continuación fue al Templo de Jerusalén, y expulsó de allí a los cambistas y a los vendedores de animales para los sacrificios rituales42​ (el Evangelio de Juan, en cambio, sitúa este episodio al comienzo de la vida pública de Jesús, y lo relaciona con una profecía sobre la destrucción del Templo)​ Vaticinó la destrucción del Templo y otros acontecimientos futuros.

9. Unción en Betania y Última Cena

En Betania, cerca de Jerusalén, fue ungido con perfumes por una mujer​ Según los sinópticos, la noche de Pascua cenó en Jerusalén con los Apóstoles, en lo que la tradición cristiana designa como la Última Cena. En el transcurso de esta cena pascual, Jesús predijo que sería traicionado por uno de los Apóstoles, Judas Iscariote. Tomó pan en las manos, diciendo «Tomad y comed, este es mi cuerpo» y, a continuación, cogiendo un cáliz de vino, dijo: «Bebed de él todos, porque esta es la sangre de la Alianza, que será derramada por la multitud para la remisión de los pecados»​ Profetizó también, según los sinópticos, que no volvería a beber vino hasta que no lo bebiera de nuevo en el Reino de Dios.​

10. Arresto

Tras la cena, según los sinópticos, Jesús y sus discípulos fueron a orar al huerto de Getsemaní. Los apóstoles, en lugar de orar, se quedaron dormidos, y Jesús sufrió un momento de fuerte angustia con respecto a su destino, aunque decidió acatar la voluntad de Dios​​

Judas había efectivamente traicionado a Jesús, para entregarlo a los príncipes de los sacerdotes y los ancianos de Jerusalén a cambio de treinta piezas de plata​ Acompañado de un grupo armado de espadas y garrotes, enviado por los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, llegó a Getsemaní y reveló la identidad de Jesús besándole la mejilla. Jesús fue arrestado. Por parte de sus seguidores hubo un conato de resistencia, pero finalmente todos se dispersaron y huyeron​

11. Juicio

Tras su detención, Jesús fue llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás. Allí fue juzgado ante el Sanedrín. Se presentaron falsos testigos, pero como sus testimonios no coincidían no fueron aceptados. Finalmente, Caifás preguntó directamente a Jesús si era el Mesías, y Jesús dijo: «Tú lo has dicho». El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras ante lo que consideraba una blasfemia. Los miembros del Sanedrín escarnecieron cruelmente a Jesús​ En el Evangelio de Juan, Jesús fue llevado primero ante Anás, suegro de Caifás, y luego ante este último. Solo se detalla el interrogatorio ante Anás, bastante diferente del que aparece en los sinópticos​ Pedro, que había seguido a Jesús en secreto tras su detención, se encontraba oculto entre los sirvientes del sumo sacerdote. Reconocido como discípulo de Jesús por los sirvientes, le negó tres veces (dos según el Evangelio de Juan), como Jesús le había profetizado​

A la mañana siguiente, Jesús fue llevado ante Poncio Pilato, el procurador​ romano. Tras interrogarle, Pilato no le halló culpable, y pidió a la muchedumbre que eligiera entre liberar a Jesús o a un conocido bandido, llamado Barrabás. La multitud, persuadida por los príncipes de los sacerdotes, pidió que se liberase a Barrabás, y que Jesús fuese crucificado. Pilato se lavó simbólicamente las manos para expresar su inocencia de la muerte de Jesús​

12. Crucifixión

Jesús fue azotado, lo vistieron con un manto rojo, le pusieron en la cabeza una corona de espinas y una caña en su mano derecha. Los soldados romanos se burlaban de él diciendo: «Salud, rey de los judíos»​ Fue obligado a cargar la cruz en la que iba a ser crucificado hasta un lugar llamado Gólgota, que en arameo significa ‘lugar del cráneo’. Le ayudó a llevar la cruz un hombre llamado Simón de Cirene.

Dieron de beber a Jesús vino con hiel. Él probó pero no quiso tomarlo. Tras crucificarlo, los soldados se repartieron sus vestiduras. En la cruz, sobre su cabeza, pusieron un cartel en arameo (יֵשׁוּעַ נָצְרַת מלך היהודים [Yeshu’a HaNatzrat Melech HaYehudim’]), griego (Ἰησοῦς ὁ Ναζωραῖος ὁ Bασιλεὺς τῶν Ἰουδαίων) y latín con el motivo de su condena: «Este es Jesús, el rey de los judíos», que a menudo en pinturas se abrevia INRI (Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum, literalmente ‘Jesús Nazareno, el rey de los judíos’). Fue crucificado entre dos ladrones​

Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó: «Elí, Elí, lemá sabactani», que, según el Evangelio de Mateo y el Evangelio de Marcos, en arameo significa: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’​ Las palabras finales de Jesús difieren en los otros dos evangelios​ También hay diferencia entre los evangelios en cuanto a qué discípulos de Jesús estuvieron presentes en su crucifixión: en Mateo y Marcos, son varias de las mujeres seguidoras de Jesús; en el Evangelio de Juan se menciona también a la madre de Jesús y al «discípulo a quien amaba» (según la tradición cristiana, se trataría del apóstol Juan, aunque en el texto del evangelio no se menciona su nombre).

13. Sepultura

Un seguidor de Jesús, llamado José de Arimatea, solicitó a Pilato el cuerpo de Jesús la misma tarde del viernes en que había muerto, y lo depositó, envuelto en una sábana, en un sepulcro excavado en la roca. Cubrió el sepulcro con una gran piedra​ Según el Evangelio de Mateo (no se menciona en los otros evangelios), al día siguiente, los «príncipes de los sacerdotes y los fariseos» pidieron a Pilato que colocase frente al sepulcro una guardia armada, para evitar que los seguidores de Jesús robasen su cuerpo y difundieran el rumor de que había resucitado. Pilato accedió​

14. Resurrección y ascensión

Los cuatro evangelios relatan que Jesús resucitó de entre los muertos al tercer día después de su muerte y se apareció a sus discípulos en varias ocasiones.​ En todos ellos, la primera en descubrir la resurrección de Jesús es María Magdalena. Dos de los evangelios (Marcos y Lucas) relatan también su ascensión a los cielos. Los relatos sobre Jesús resucitado varían, sin embargo, según los evangelios:

En el Evangelio de Mateo, María Magdalena y «la otra María» fueron al sepulcro en la mañana del domingo. Sobrevino un terremoto, y un ángel vestido de blanco removió la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. Los guardias, que presenciaron la escena, temblaron de miedo y «se quedaron como muertos». El ángel anunció a las mujeres la resurrección de Jesús, y les encargó que dijeran a los discípulos que fueran a Galilea, donde podrían verlo. Al regresar, el propio Jesús les salió al encuentro, y les repitió que dijeran a los discípulos que fueran a Galilea. Entretanto, los guardias avisaron a los príncipes de los sacerdotes de lo ocurrido. Estos los sobornaron para que divulgaran la idea de que los discípulos de Jesús habían robado su cuerpo. Los once apóstoles fueron a Galilea, y Jesús les hizo el encargo de predicar el evangelio

((Mateo 28, 1-4)(Mateo 28, 5-10)(Mateo 28, 11-15)(Mateo 28, 16-20).)

En el Evangelio de Marcos, tres seguidoras de Jesús, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé, fueron al sepulcro el domingo, muy de mañana, con la intención de ungir a Jesús con perfumes. Vieron que la piedra que cubría el sepulcro estaba removida. Dentro del sepulcro, descubrieron a un joven vestido con una túnica blanca, quien les anunció que Jesús había resucitado, y les ordenó que dijesen a los discípulos y a Pedro que fuesen a Galilea para allí ver a Jesús. Se indica que María y sus compañeras no dijeron nada a nadie, pues tenían miedo. A continuación, se dice que Jesús se apareció a María Magdalena (sin mencionar a las otras mujeres), y que esta dio al resto de los seguidores de Jesús la buena noticia, pero no fue creída. Jesús volvió a aparecerse, esta vez a dos que iban de camino: cuando estos discípulos contaron lo ocurrido, tampoco se les creyó. Finalmente, se apareció a los once apóstoles, a los que reprendió por no haber creído en su resurrección. Les encomendó predicar el evangelio, y subió a los cielos, donde está sentado a la derecha de Dios.​

((Marcos 16, 1-2)(Marcos 16, 3-8)(Marcos 16, 9-11)(Marcos 16, 12-13)(Marcos 16, 14-20))

En el Evangelio de Lucas, algunas mujeres, María Magdalena, Juana y María de Santiago, y otras cuyos nombres no se mencionan, acudieron al sepulcro para ungir a Jesús con perfumes. Encontraron removida la piedra del sepulcro, entraron en él y no encontraron el cuerpo. Entonces se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes, quienes les anunciaron la resurrección de Jesús. Las mujeres anunciaron la resurrección a los apóstoles, pero estos no las creyeron , excepto Pedro, que fue al sepulcro y comprobó que el cuerpo había desaparecido. Ese mismo día, Jesús se apareció a dos discípulos que caminaban de Jerusalén a Emaús, que lo reconocieron en el momento de la fracción del pan. Poco después se presentó ante los once, que creyeron que se trataba de un espíritu, pero les demostró que era él en carne y huesos, y comió en su presencia. Les explicó el sentido de su muerte y resurrección , y, más tarde, los llevó cerca de Betania, donde ascendió al cielo.

((Lucas 24, 1-3)(Lucas 24, 4-7)(Lucas 24,8-11)(Lucas 24, 12)(Lucas 24, 13-35)(Lucas 24,36-43)(Lucas 24,44-49)(Lucas 24,50-53))

En el Evangelio de Juan, María Magdalena fue al sepuLucas ro muy de madrugada y descubrió que la piedra había sido removida. Corrió en busca de Pedro y del «discípulo a quien Jesús amaba» para avisarles. Los dos corrieron hacia el sepuLucas ro. El discípulo amado llegó primero, pero no entró en el sepuLucas ro. Pedro entró primero y vio las fajas y el sudario, pero no el cuerpo. El otro discípulo entró después, «y vio y creyó». Magdalena se quedó fuera, y se le aparecieron dos ángeles vestidos de blanco. Le preguntaron: «¿Por qué lloras, mujer?», y ella contestó: «Porque han tomado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Se volvió hacia atrás, y vio a Jesús resucitado, quien le preguntó a su vez por qué lloraba. Magdalena lo confundió con el hortelano, y le preguntó dónde había puesto a Jesús. Jesús la llamó: «¡María!», y ella lo reconoció, respondiendo: «¡Rabbuní!». Jesús le pidió que no lo tocara, ya que aún no había subido al Padre, y pidió que avisara a sus hermanos de que iba a subir al Padre. Magdalena fue a anunciar lo ocurrido a los discípulos. Ese mismo día, por la tarde, Jesús se apareció al lugar en que los discípulos se encontraban ocultos por temor de los judíos. Les saludó diciendo «La paz sea con vosotros», les mostró la mano y el costado, y, soplando, les envió el Espíritu Santo. Uno de los once, Tomás, no estaba con el resto cuando tuvo lugar la aparición de Jesús, y no creyó que el aparecido fuera realmente Jesús. Ocho días después, Jesús volvió a aparecerse a todos los discípulos, incluido Tomás. Para vencer su incredulidad, Jesús le dijo que tocara su mano y su costado. Tomás creyó en él. Más adelante, Jesús volvió a aparecerse a siete de sus discípulos cuando estaban pescando junto al mar de Tiberiades. No habían pescado nada; les pidió que volvieran a echar la red y la sacaron llena de peces. Entonces lo reconocieron, y comieron con él panes y peces. Tras esto, se relata una conversación entre Jesús y Pedro, en la que interviene también el «discípulo amado».

( (Juan 20,1-2)(Juan 20, 3-10)(Juan 20, 11-18)(Juan 20, 19-25)(Juan 20, 26-29)(Juan 21,1-14)(Juan 21,15-23))

15. Profecías en el Antiguo Testamento concernientes a Jesús

Según los autores del Nuevo Testamento, la vida de Jesús supuso el cumplimiento de algunas profecías formuladas en ciertos libros del Antiguo Testamento. Los libros bíblicos más citados en este sentido por los primeros cristianos fueron Isaías, Jeremías, los Salmos, Zacarías, Miqueas y Oseas. Para los autores del Nuevo Testamento, en una visión compartida por los cristianos posteriores, en estos textos se anuncia la venida de Jesús de Nazaret, que sería el Mesías que esperaba el pueblo de Israel. A menudo los redactores de los evangelios, sobre todo el autor del Evangelio de Mateo, citan explícitamente estos textos para subrayar el cumplimiento de estas profecías en la vida y muerte de Jesús. Entre otras cosas, consideran que fueron profetizadas las circunstancias y el lugar de nacimiento de Jesús; su relación con Galilea; su condición mesiánica; el papel de precursor de Juan el Bautista e incluso su pasión y muerte sacrificial (a este respecto se citan sobre todo cuatro poemas, incluidos en el Deutero Isaías (o Segundo Isaías),​ que presentan la figura de un siervo de Yahvé, a cuyo sacrificio se atribuye un valor redentor, pero también otros muchos pasajes​

((Is 9,1)(Is 9, 6-7; Is 11, 1-9; Is 15, 5)(Is 7,14; Miq 5,2)(Isaías 40,3))

Los judíos, que también consideran sagrados estos libros, no aceptan la creencia cristiana de que estas profecías se refieren a Jesús de Nazaret. Para la investigación histórica actual, el principal interrogante es hasta qué punto estos libros contribuyeron a moldear los relatos evangélicos.

16. Jesús según la investigación histórica

En el estado actual de conocimientos acerca de Jesús de Nazaret, la opinión predominante en medios académicos es que se trata de un personaje histórico,​ cuya biografía y mensaje experimentaron modificaciones por parte de los redactores de las fuentes​ Existe, sin embargo, una minoría de estudiosos que, desde una crítica radical de las fuentes, consideran probable que Jesús ni siquiera fuese un personaje histórico real, sino una entidad mítica, similar a otras figuras objeto de culto en la Antigüedad.​

(Fuente: Fuente: wikipedia)

17. ANEXO: Las 10 parábolas más conocidas de la Biblia

Versión bíblica TLA (Traducción en Lenguaje Actual)

( Recopilación realizada por ChatGPT)

La Parábola del Sembrador

Un día, Jesús les contó esta historia:

«Un hombre salió a sembrar su campo. Al sembrar, algunas semillas cayeron en el camino y las pisaron los que pasaban por allí; entonces, las aves se las comieron. Otras semillas cayeron en terreno pedregoso, donde la tierra era muy superficial, y no pudieron echar raíces profundas. Pero, cuando salió el sol, se quemaron las plantas y se secaron, porque no tenían agua. Otras semillas cayeron entre las espinas, que crecieron y ahogaron las plantas. Pero, otras semillas cayeron en terreno bueno, crecieron y produjeron mucho fruto, algunos cien granos, otros sesenta y otros treinta.

»El que tenga oídos, oiga lo que digo».

(Mateo 13:3-9, TLA, Mateo 13:3-23; Marcos 4:3-20; Lucas 8:5-15)

Interpretación

En esta versión de la parábola, Jesús describe la importancia de sembrar (oír Palabra de Dios) en terreno fértil y productivo (corazón lleno se amor y voluntad) para que las semillas (la Palabra de Dios) crezcan (hagan "carne" en el alma) y produzcan frutos (obras de amor). También se destaca la importancia de escuchar y entender su mensaje.

La Parábola de la Oveja Perdida

Jesús les contó otra historia:

«Si un pastor tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja las otras noventa y nueve en el campo y sale a buscar la que se perdió? Y cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y vuelve a casa. Entonces reúne a sus amigos y vecinos, y les dice: "¡Celebremos! ¡He encontrado la oveja que había perdido!

»Les aseguro que, en el cielo, así se alegran por un pecador que se arrepiente, aunque sea uno solo, más que por noventa y nueve personas que no necesitan arrepentirse».

(Lucas 15:3-7, TLA)

Interpretación

En esta versión de la parábola, Jesús describe el amor y la compasión de Dios hacia aquellos que se han perdido en el pecado y luego se arrepienten y regresan a Él. Así como el pastor busca y encuentra su oveja perdida, Dios busca y encuentra a aquellos que se han perdido y los lleva de regreso a su rebaño. Además, Jesús muestra la alegría y celebración que hay en el cielo por la salvación de un pecador arrepentido.

La Parábola del Hijo Pródigo

«Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: “¡Padre, dame mi parte de la herencia!”. El padre repartió entre sus hijos todo lo que tenía. Pocos días después, el hijo menor juntó todo lo que había recibido, se fue lejos y allá gastó todo su dinero en una vida desordenada. Cuando ya no le quedaba nada, hubo una gran hambre en aquel país, y empezó a pasar necesidades. Fue entonces a pedir trabajo a uno de los habitantes de aquel país, el cual lo envió a cuidar cerdos. El joven deseaba llenar su estómago con las algarrobas que comían los cerdos, pero no se las daban. Entonces se dio cuenta de su situación, pensando: “¡Cuántos trabajadores en la casa de mi padre tienen comida de sobra, y yo aquí estoy muriéndome de hambre! Me levantaré e iré donde mi padre y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco ser llamado tu hijo. Acéptame como a uno de tus trabajadores’”.

Así que se levantó y fue a su padre. Pero cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y, lleno de compasión, corrió hacia él, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco ser llamado tu hijo”. Pero el padre dijo a sus sirvientes: “Traigan el mejor vestido y pónganselo. Pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Maten el ternero gordo y preparen una fiesta. Porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”. Y comenzó la fiesta.

Mientras tanto, el hijo mayor estaba en el campo. Al regresar, cuando se acercó a la casa, escuchó la música y las danzas. Llamando a uno de los criados, le preguntó qué era lo que estaba pasando. El criado le contestó: “Tu hermano ha vuelto, y tu padre ha matado el ternero gordo porque lo ha recibido sano y salvo”. Entonces el hermano mayor se enojó y no quiso entrar. Su padre salió a rogarle que entrara, pero él le dijo: “Mira, hace tantos años que te sirvo sin desobedecerte jamás, y nunca me has dado ni siquiera un cabrito para festejar con mIsaías amigos. Pero ahora, que ha venido este hijo tuyo que despilfarró tu fortuna con prostitutas, matas el ternero gordo para él”. El padre le contestó: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado”».

(Lucas 15:11-32, TLA)

Interpretación

En esta versión de la parábola, Jesús cuenta la historia de un hijo

La Parábola de la Vid y los Sarmientos

«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el agricultor. Él corta todos los sarmientos que no dan fruto en mí, pero los que sí lo dan, los limpia y los poda para que den aún más fruto. Ustedes ya están limpios gracias a las enseñanzas que les he dado. Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, sino que tiene que estar unido a la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí.

»Yo soy la vid, y ustedes son los sarmientos. Si alguno permanece en mí, y yo en él, ese dará mucho fruto, pues sin mí no pueden hacer nada. Si alguno no permanece en mí, será como un sarmiento que se desecha y se seca. Los sarmientos secos se recogen, se echan al fuego y se queman. Si ustedes permanecen en mí, y mIsaías palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá. La gloria de mi Padre se muestra en que ustedes den mucho fruto, y así serán mIsaías discípulos.»

(Juan 15:1-8, TLA)

Interpretación

En esta versión de la parábola, Jesús compara a sí mismo con una vid verdadera y a sus seguidores con sarmientos. Él les anima a permanecer unidos a Él para poder dar fruto, y les advierte que sin Él no pueden hacer nada. Los sarmientos que no dan fruto son cortados, mientras que los que sí lo dan son podados para producir aún más fruto. Jesús les asegura que si permanecen en Él y en sus enseñanzas, pueden pedir lo que quieran y se les concederá. Al dar mucho fruto, ellos muestran la gloria de Dios y demuestran ser verdaderos discípulos de Jesús.

La Parábola del Buen Samaritano

En cierta ocasión, un experto en la ley le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?» Jesús le respondió: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lo lees tú?» El hombre le contestó: «“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente”, y “ama a tu prójimo como a ti mismo”». Jesús le dijo: «Has respondido correctamente. Haz eso y tendrás la vida eterna».

Pero el experto en la ley, queriendo justificar su pregunta, le preguntó a Jesús: «¿Y quién es mi prójimo?». Jesús le contó entonces la siguiente historia:

«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones, que le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Por casualidad, pasó por allí un sacerdote, pero cuando lo vio, dio un rodeo y siguió su camino. También pasó un levita, y cuando llegó al lugar, vio al hombre y también dio un rodeo para seguir su camino.

Pero un samaritano que iba de viaje llegó adonde estaba el hombre y, al verlo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y lo cuidó. Al día siguiente, sacó dos monedas de plata, se las dio al dueño de la posada y le dijo: “Cuídelo, y lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese”.

Jesús entonces le preguntó al experto en la ley: «¿Cuál de estos tres crees que fue el prójimo del hombre que cayó en manos de los ladrones?» El hombre respondió: «El que se compadeció de él». Y Jesús le dijo: «Ve y haz tú lo mismo».

(Lucas 10:25-37)

Interpretación

Con esta historia, Jesús enseña que el amor al prójimo es esencial para heredar la vida eterna. No importa quién sea nuestro prójimo, sino que lo importante es amar y ayudar a todos los que lo necesiten, incluso si son de diferente cultura o religión. El Buen Samaritano fue un ejemplo de amor y compasión, y Jesús nos llama a seguir su ejemplo.

La Parábola de los Obreros de la Viña

«El reino de Dios es como un dueño que salió muy temprano a contratar obreros para trabajar en su viña. Llegó a un acuerdo con ellos y les pagó el salario acordado. Luego salió a buscar más obreros a media mañana, al mediodía y también a media tarde, y los contrató para trabajar en su viña, sin importarles cuánto tiempo tendrían que trabajar.

Al final del día, el dueño de la viña llamó a su administrador y le dijo: “Paga a los obreros, empezando por los últimos contratados hasta los primeros”. Los que habían sido contratados a media tarde recibieron un salario completo, y así sucesivamente, hasta llegar a los que habían sido contratados temprano en la mañana.

Cuando llegaron estos últimos, creían que recibirían más dinero que los demás, pero también recibieron el salario acordado. Al ver esto, se quejaron al dueño de la viña: “Estos últimos trabajaron una sola hora, ¡y los has tratado igual que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor todo el día!”. Pero el dueño les respondió: “Amigos, no les he hecho ninguna injusticia. ¿No acordamos un salario? ¿Por qué te quejas de que he sido generoso con ellos?”.

Así, los últimos serán los primeros, y los primeros serán los últimos.»

(Mateo 20:1-16)

Interpretación

Con esta parábola, Jesús enseña que en el Reino de Dios no hay diferencias entre las personas. Todos son iguales ante Dios, independientemente de cuánto tiempo hayan estado sirviendo o trabajando en su viña. Además, la parábola también muestra que la generosidad y la justicia de Dios no se miden por la cantidad de tiempo o esfuerzo que pongamos en su servicio, sino por nuestra disposición a trabajar en su viña y a aceptar su llamado.

La Parábola del Fariseo y el Publicano

«Jesús contó esta parábola para algunas personas que confiaban en su propia justicia y despreciaban a los demás:

«Dos hombres subieron al templo para orar. Uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo se puso de pie y oró en voz alta: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, que son ladrones, injustos y adúlteros, ni siquiera como este publicano. Ayuno dos veces por semana y doy el diezmo de todo lo que gano”.

Pero el publicano, de pie a cierta distancia, ni siquiera se atrevía a levantar la vista al cielo. Solo se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios mío, ten compasión de mí, que soy un pecador”.

Les aseguro que este último regresó a su casa justificado delante de Dios, y no el fariseo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido».

(Lucas 18:9-14)

Interpretación

Con esta parábola, Jesús enseña la importancia de la humildad y la necesidad de reconocer nuestra propia condición de pecadores. El fariseo se enaltece ante Dios y se considera superior a los demás por cumplir con los mandamientos de la Ley, mientras que el publicano reconoce su propia culpa y se humilla ante Dios. Jesús nos muestra que aquellos que se enaltecen y se juzgan superiores a los demás, como el fariseo, no son justificados delante de Dios, mientras que aquellos que se humillan y reconocen su necesidad de perdón y compasión, como el publicano, son justificados y reciben la gracia de Dios.

La Parábola de los Talentos

«El reino de Dios es como un hombre que, antes de irse de viaje, llamó a sus servidores y les confió sus bienes. A uno le dio cinco talentos de plata, a otro dos y a otro uno, según la capacidad de cada uno. Luego partió de viaje.

El que había recibido cinco talentos fue inmediatamente a invertirlos y ganó otros cinco. De la misma manera, el que recibió dos talentos ganó otros dos. Pero el que había recibido un solo talento fue y lo enterró en la tierra.

Después de mucho tiempo, el dueño de aquellos servidores volvió y les pidió cuentas de lo que habían hecho con su dinero. El que había recibido cinco talentos presentó otros cinco más, diciendo: “Señor, me entregaste cinco talentos; aquí están los cinco que he ganado”. Su dueño le respondió: “¡Muy bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a disfrutar de tu recompensa!”.

El que había recibido dos talentos también se acercó y presentó otros dos, diciendo: “Señor, me entregaste dos talentos; aquí están los dos que he ganado”. Su dueño le respondió: “¡Muy bien, siervo bueno y fiel! Has sido fiel en lo poco, te pondré a cargo de mucho más. ¡Ven a disfrutar de tu recompensa!”.

Pero el que había recibido un solo talento fue y lo desenterró, diciendo: “Señor, yo sé que eres un hombre exigente, que cosechas donde no has sembrado y recoges donde no has esparcido. Tuve miedo y fui a esconder tu talento en la tierra. Aquí tienes lo tuyo”. Pero su dueño le respondió: “¡Siervo malvado y negligente! Si sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, entonces debías haber invertido mi dinero en el banco, para que al regresar yo lo hubiera recuperado con intereses. Quítale, pues, el talento y dáselo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, se le quitará incluso lo que tiene. Y a este siervo inútil, échenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación”».

(Mateo 25:14-30)

Interpretación

Con esta parábola, Jesús enseña la importancia de ser buenos administradores de los recursos que Dios nos ha dado, y de no desaprovechar nuestras oportunidades. Los siervos que invirtieron los talentos que recibieron fueron recompensados por su fidelidad y diligencia, mientras que el siervo que enterró su talento fue castigado por su negligencia y falta de iniciativa. Asimismo, la parábola nos recuerda que debemos estar preparados para dar cuentas de lo que hemos recibido, ya sea poco o mucho, y que el que tiene mucho, mucho se le pedirá en el juicio final.

La Parábola de las Diez Vírgenes

«El reino de Dios es como un grupo de diez jóvenes que tomaron sus lámparas y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran prudentes y cinco eran insensatas.

Las insensatas tomaron sus lámparas, pero no llevaron aceite extra. En cambio, las prudentes llevaron sus lámparas y también aceite extra. El novio tardaba en llegar, y las jóvenes se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: “¡Ya viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!”.

Entonces todas las jóvenes se levantaron y prepararon sus lámparas. Las insensatas dijeron a las prudentes: “Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando”. Pero las prudentes les respondieron: “No podemos, no habrá suficiente para todas. Vayan a comprar aceite para ustedes”.

Mientras las insensatas fueron a comprar aceite, llegó el novio y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas. Luego llegaron también las jóvenes que habían ido a comprar aceite, pero se encontraron con la puerta cerrada. Llamaron y dijeron: “¡Señor, Señor, ábrenos!”. Pero él les respondió: “Les aseguro que no las conozco”.

Así que Jesús dijo: “Manténganse despiertos, porque no saben ni el día ni la hora en que el Hijo del hombre vendrá”».

(Mateo 25:1-13)

Con esta parábola, Jesús enseña la importancia de estar preparados para su venida, ya que no sabemos cuándo será. Las vírgenes prudentes, que llevaron aceite extra para sus lámparas, representan a los creyentes que están preparados para el regreso de Jesús. En cambio, las vírgenes insensatas, que no llevaron aceite extra, representan a los creyentes que no están preparados y se quedan fuera del banquete.

La parábola también nos recuerda la necesidad de la vigilancia y la prudencia en nuestra vida cristiana, para no ser sorprendidos por la venida del Señor sin estar preparados.

La Parábola del Juez Injusto

«Jesús les contó a sus seguidores una parábola sobre la necesidad de orar siempre sin desanimarse: Un juez injusto que no temía a Dios ni respetaba a las personas vivía en una ciudad. Y en esa misma ciudad había una viuda que iba a pedirle al juez que la ayudara a hacerle justicia.

Durante mucho tiempo el juez se negó, pero después pensó: “No temo a Dios ni respeto a las personas, pero esta viuda me molesta. Mejor le hago justicia para que me deje en paz”.»

Entonces Jesús dijo: «¿Oyeron lo que dijo el juez injusto? ¿No creen que Dios hará justicia a sus escogidos que claman a él día y noche? ¿Los hará esperar? Les aseguro que les hará justicia y que lo hará pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe en la tierra?»

(Lucas 18:1-8)

Interpretación

Esta parábola nos enseña que debemos orar siempre, incluso cuando parezca que Dios no nos está escuchando o que nuestras peticiones no son atendidas de inmediato. Debemos confiar en que Dios escucha nuestras oraciones y nos hará justicia en el momento adecuado.

El juez injusto representa a aquellos que no temen a Dios ni respetan a los demás, pero incluso él terminó haciendo justicia para que la viuda no lo molestara más. Por lo tanto, si hasta el juez injusto puede hacer lo correcto, ¿cuánto más podemos esperar que Dios, que es justo y amoroso, responda a nuestras oraciones y nos haga justicia?